Pillco Grande: La comunidad quechua que conserva el hábitat del oso andino en Cusco

Maribel Pacco lidera un proyecto que involucra a la comunidad campesina de Pillco Grande en la protección del oso andino. Gracias a cámaras trampa y GPS, la comunidad ha logrado recolectar datos inéditos sobre el comportamiento de la especie en esta área, aledaña al Parque Nacional del Manu. Ella fue parte de Aceleradores por Naturaleza y ganadora de la beca Conservamos en 2023.
Texto: Daniel Contreras / Conservamos por Naturaleza
Fotos: Alonso López Salaverry
El 14 de marzo de 2021, cuando Maribel Pacco tuvo frente a sí a un oso andino (tremarctos ornatus) por primera vez, le cambió la vida. “Siempre recordaré ese día. Era una osa con sus dos oseznos. Desde ahí me enamoré”, dice.
Esa fue su inspiración para empezar a conservar la especie. “Dije: ‘en mi comunidad está el oso, y ellos deben saber lo importante y valioso que es’”, recuerda la estudiante de turismo.
Siguiendo las huellas del oso
En 2023, Maribel obtuvo la Beca Conservamos por Naturaleza (otorgada por la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental) con un proyecto para la conservación del oso andino a través de la investigación científica y la educación ambiental en el Área de Conservación Privada Bosque de Pumataki, gestionada por la comunidad campesina de Pillco Grande (Cusco).
La meta es que para el 2030 el 0% del hábitat del oso andino en el ACP Bosque de Pumataki se vea afectado por ganadería y agricultura. La beca le permitió a Maribel obtener registros y datos sobre el oso y otras especies nativas gracias a cámaras trampa colocadas estratégicamente en el bosque.

El lugar donde se ubica Bosque de Pumataki es una zona poco estudiada, y Maribel resalta que es la primera vez que se realiza una investigación sobre el oso andino en el área. Ella destaca que gracias a estas indagaciones será posible comparar el número de ejemplares de la especie con otras zonas.
“Tener registro audiovisual del oso nos ayuda a identificar cuántos individuos hay en el ACP”, señala.
Además, los hallazgos también aportan a los esfuerzos en el Parque Nacional del Manu (Bosque de Pumataki se encuentra en la zona de amortiguamiento del parque). “El oso no se queda solo aquí, sino que puede recorrer varios kilómetros al día. Necesita un espacio de aproximadamente 16 kilómetros cuadrados por individuo”, explica Maribel.

Las cámaras también ayudaron a registrar otras especies, algunas de las cuales se desconocía previamente que habitaban en el área. “Tengo amigos biólogos, y una amiga me ayudó a identificar a un coatí. Así también generamos información sobre esa y otras especies”, afirma Maribel.
El origen de una pasión
La pasión de Maribel por la naturaleza se remonta a su infancia, cuando su papá la llevaba al bosque.
“Él me llevaba a ver el Apu, el punto más alto del Parque Nacional del Manú. Ahí me empezó a contar historias”, recuerda. “Como ya teníamos un área de conservación en comunidad, pensé en hacer algo algún día allí relacionado al turismo”.
Hace 4 años, Maribel fue guardaparque comunal en el Manu como parte de un programa voluntario para personas que viven en zonas de amortiguamiento. Fue ahí que, motivada por sus encuentros con el oso andino, empezó a estudiar la frecuencia de esta especie en el área, con el fin de evaluar la posibilidad de crear un mirador turístico en la zona recreacional del parque.

“Ahí aprendí mucho. Junto a mi compañero guardaparque andábamos de arriba para abajo monitoreando al oso, y me enseñaba cómo identificar rastros y todo lo relacionado”, cuenta Maribel.
Ese año fue un éxito para ella: registró casi 15 avistamientos del escurridizo oso, y a veces vio a osos en lugares diferentes un mismo día.
Conciencia y educación ambiental
Gracias a los esfuerzos de sensibilización en el marco de su proyecto, Maribel comparte que ahora hay mayor conciencia entre la comunidad sobre la necesidad de conservar los bosques.
Además, los propios comuneros están participando en los esfuerzos de conservación, y demuestran curiosidad y asombro ante los hallazgos.
A través de un enfoque de talleres diferenciados por edades y el uso de materiales en quechua y español, otro logro ha sido “que los niños renueven su conocimiento sobre las plantas y hasta el mismo idioma quechua”, comenta Maribel.
“También hemos trabajado con los adultos mayores para que nos compartan su sabiduría”, añade.
Maribel también es coordinadora de la Red de Jóvenes de la Reserva de Biosfera del Manu, que abarca cinco distritos e incluye a jóvenes de comunidades campesinas y nativas en el área de amortiguamiento.

Con orgullo, Maribel señala que han estado participando en las actividades de conservación del oso, como salidas de campo y monitoreo, colocación de cámaras trampa y uso de geolocalizadores (GPS) facilitados por la San Diego Zoo Wildlife Alliance.
“Creo que es importante involucrar a las nuevas generaciones porque es una forma de que se preparen para gestionar, monitorear e impulsar acciones dentro del área de conservación, que lo asuman como una responsabilidad colectiva”, comenta.
Unidos por el oso
El proyecto de conservación del oso también ha acercado a la comunidad de Pillco Grande, y ayudado a que las personas creen lazos entre sí.
“No compartíamos de esa manera desde hace mucho. Como comuneros, nos conocíamos de lejos, pero con estas salidas aprendimos a convivir, y que si nos juntamos, podemos lograr cosas buenas”, comenta Maribel.
“Somos una comunidad. Cuidamos un espacio que es para todos y para las futuras generaciones. Por eso es importante que impulsemos juntos estas iniciativas”, añade. Ella reconoce que al principio fue fácil convencer a la comunidad a que se sumen a estos esfuerzos.
“No siempre todos creen en esto. Pero, después, cuando vieron los hallazgos, se enamoraron”, cuenta.
Fue así que los miembros del equipo se convirtieron en los principales difusores de la iniciativa, Incluso, la junta directiva la respaldó con entusiasmo, felicitando que sea liderada por una persona de la propia comunidad.
“Quisiéramos que continúe este proyecto, porque ha sido el primer paso para involucrar a la comunidad y que se sienta que es un trabajo de todos, desde ir en conjunto a monitorear el oso hasta aprender a manejar equipos”, resalta Maribel.
Otra meta del proyecto fue involucrar a las mujeres de la comunidad campesina -que muchas veces se ven relegadas de este tipo de esfuerzos- en las actividades. Para ello, la estrategia de Maribel fue aprovechar las reuniones de la escuela local, donde cerca del 90% de las personas que participan son madres de familia.
“Con los profesores dijimos: ‘cuando programemos estas visitas, convoquemos también a las mamás como si fuera una reunión’. Así, la información ya no queda solamente en una reunión general de la comunidad, donde mayormente participan varones, sino que también llega a las mujeres”, explica.
Conservación con beneficios
Maribel espera que la protección del oso andino y su hábitat aporte al desarrollo social y económico de la comunidad a través del ecoturismo. “Mi esperanza es que los comuneros obtengan un beneficio tangible por conservar al oso, que mejora la alimentación y educación de los niños”, afirma.
Con eso en mente, Maribel ha impulsado actividades como la siembra de hortalizas con niños y madres, con el fin de promover la seguridad alimentaria. Ahora, el objetivo es seguir fortaleciendo el proyecto, obteniendo más oportunidades de financiamiento y expandiendo las alianzas con otras organizaciones para trabajar en conjunto.

Conoce más sobre la Beca Conservamos por Naturaleza en este enlace.
*Este artículo fue desarrollado con el apoyo del programa Avión Solidario de Latam Airlines, a través de su alianza con la SPDA:
