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Planeta caliente: Lo que debes saber del calentamiento global

ausangate

Texto: Tito Cornejo Crosby
Fotos: Walter Wust y WWF

El año pasado se registró el aumento más alto de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera en 56 años de investigación por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de EEUU. De acuerdo a la NOAA, antes del año 1800, los niveles de dióxido de carbono (CO2) alcanzaban un promedio de 280 partes por millón (ppm), mientras que en febrero de este año, la cifra se situó en 402.59 ppm. Según Al Gore, reconocido ambientalista, el calor generado por dicho nivel de GEI equivale al de 400,000 bombas de Hiroshima detonadas cada 24 horas, durante los 365 días del año.

Los gases de efecto invernadero juegan un papel clave en la atmósfera al retener parte del calor de los rayos solares, permitiendo que exista vida en el planeta. Sin embargo, desde la revolución industrial, la actividad humana ha generado un dramático aumento de estos gases debido a las emisiones de dióxido de carbono (77%), metano (14%), óxido de nitrógeno (8%) y otros (1%)[1], que han crecido exponencialmente a lo largo del tiempo. Como consecuencia, la Tierra retiene mucho más calor solar, produciéndose el calentamiento global, y a raíz de ello, el cambio climático. ¿Cuáles son estas actividades humanas? Principalmente, la quema de combustibles fósiles y la agricultura, que en su gran mayoría, no es sostenible.

Más del 70% de la energía sobre la cual está basada la economía global proviene de combustibles fósiles como el petróleo, el carbón y el gas natural, que a su vez produjeron el 57% de las emisiones de gases de efecto invernadero en 2014[2]. Estas emisiones son consecuencia de la generación de energía y del consumo de las industrias, el sistema de transportes y los edificios comerciales y residenciales, los cuales, por más increíble que parezca, correspondieron en un 44% solamente a China y Estados Unidos en 2011[3].

Por otro lado, las industrias agrícolas, dentro de las cuales está incluida la ganadería, son responsables de casi todo el resto de emisiones de gases de efecto invernadero por actividad humana. La ganadería emite el 18% de GEI anuales, superando a todo el sistema de transportes del planeta (13%)[4]. La principal razón de esta cifra es la monstruosa producción de metano del sistema digestivo de los animales, un gas 86 veces más potente que el dióxido de carbono. A nivel mundial, se calcula que las vacas producen 150 billones de galones de metano por día[5]. Por si fuera poco, la ganadería y la agricultura requieren de amplios espacios para la producción. La consecuencia: deforestación. Más del 75% de la tala de bosques a nivel mundial se relaciona a estas actividades. Esto no solo significa la pérdida de biodiversidad y de servicios ecosistémicos, como la regulación climática, sino la generación del 17% de las emisiones anuales de carbono[6].

Si el actual sistema económico global se mantuviera a lo largo del tiempo, el incremento exponencial de gases de efecto invernadero en la atmósfera aumentaría la temperatura global promedio en 4 grados centígrados al año 2100. De acuerdo a los estudios ambientales, un aumento mayor a los 2 grados desencadenaría severos fenómenos climáticos de proporciones sin precedentes, con consecuencias catastróficas para la humanidad.

La respuesta al calentamiento global es más que evidente: el planeta necesita una transición urgente hacia energías renovables e industrias agrícolas sostenibles. En 2010, 80.6% de la energía global provino de combustibles fósiles, y sólo el 16.7% de fuentes renovables como la energía solar y la energía eólica. En 2013, estas cifras mejoraron levemente al 78.4% y 19%, respectivamente. Sin embargo, a medida que los costos de la energía limpia sigan reduciéndose mientras se desarrollen nuevas tecnologías, el porcentaje de utilización de fuentes renovables seguirá incrementándose.

Por otro lado, implementar prácticas sostenibles en la agricultura mundial es otro asunto clave, aunque muy complejo, que debe apuntar a una mayor productividad en espacios reducidos, a la recuperación de tierras degradadas y a la agroforestería, sólo por citar algunos ejemplos, para detener la deforestación y la destrucción de la biodiversidad.

En un planeta de recursos limitados, una economía basada en el crecimiento ilimitado simplemente no es viable, y las consecuencias del sistema actual cada vez son más evidentes y dramáticas. Es tiempo de re pensar las cosas y cambiar.

Mira la presentación de Al Gore sobre las razones para el optimismo en el cambio climático.

[1] Intergovernmental Panel for Climate Change
[2] Intergovernmental Panel for Climate Change
[3] Boden, T.A., Marland, G., and Andres, R.J. (2015).
[4] Fao.org. Spotlight: Livestock impacts on the environment.
[5] Ross, Philip. International Business Times. 2013.
[6] Intergovernmental Panel for Climate Change