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Los caminos de Oxapampa: El bosque de Churumazú

Bosque de Churumazú

Texto y fotos: Walter H. Wust

Tenía cerca de 30 años dedicado a las soluciones tecnológicas en una transnacional, pero a Eduardo Jackson le bastó un viaje por las áreas de conservación de Amazonas para cambiar su destino y emprender su propia iniciativa de protección del bosque.

Eduardo Jackson camina con paso firme a través de la trocha que serpentea a la sombra de pacaes y chilcas. Se detiene y nos muestra un pequeño plantón de cedro, sembrado por los últimos visitantes en su fundo. Un chirrido agudo llama su atención, observa con los binoculares y sentencia: “es un hormiguerito de vientre cremoso. Su nombre en latín es Herpsilochmus motacilloides y es una de las seis especies de aves endémicas de este bosque”.

Lo interesante de esto es que Eduardo no es biólogo ni especialista en ecología tropical. Economista, con 27 años dedicados al diseño de soluciones tecnológicas en IBM, un día decidió que su vida podía dar un giro. Y vaya si lo dio. Luego de dejar la vida corporativa, se interesó por las iniciativas de conservación promovidas por la plataforma Conservamos por Naturaleza. Carolina Butrich, de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental, recuerda cuando Eduardo entró en la oficina buscando alguien que pudiera ayudarle a armar un itinerario para visitar las áreas de conservación privada en Amazonas. Unos días después estaba compartiendo un café recién tostado con Leyda Rimarachín, propietaria de Bosque Berlín; descubriendo las maravillas del bosque seco del Marañón con Luciano Troyes; y aprendiendo sobre las plantas del valle del Utcubamba con Perico y Lola Heredia en Milpuj-La Heredad. La experiencia lo marcó.

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Bastaron unos meses para que adquiriera un terreno de 20 hectáreas en Chontabamba, muy cerca de Oxapampa. Al cabo de unos años logró que 14 hectáreas del fundo sean reconocidas como el Área de Conservación Privada Bosque de Churumazú. Hoy, junto a un grupo de propietarios de predios en la zona, trabaja activamente en la promoción de RIACO, la Red de Iniciativas de Áreas de Conservación de Oxapampa, mientras pone en marcha los proyectos al interior de su fundo para convertirlo en un modelo de desarrollo y conservación.

Como buen economista, su proyecto avanza ordenado y siguiendo un plan bien definido. Los nogales, anonas, coles de monte y ulcumanos que plantaron hace unos meses crecen a buen ritmo, ayudados por las lluvias de estación, pero sus planes se desarrollan a un ritmo aún mayor. “Queremos trabajar en dos frentes: conservación y sostenibilidad”, nos dice, mientras una pareja de tangaras llega a alimentarse de los frutos de una palmera a escasos metros de su cocina.

Uno de los objetivos del ACP es el autoconsumo, el que viene desarrollando a través de la producción de hortalizas en el biohuerto, la producción de miel de abejas nativas, generación de energía fotovoltaica, la cosecha racional de agua de manantiales para consumo humano, y el manejo de aguas grises y negras mediante el empleo de biodigestores.

“Nuestro bosque ha sido intervenido hace muchos años. Las especies de madera valiosa –cedro y nogal– fueron removidas y algunas zonas convertidas en potreros para ganado, pero todavía hay zonas que mantienen la cobertura original y albergan a especies representativas del ecosistema”. Una caminata por la montaña nos permite comprobar cómo las especies nativas van regresando gracias a la acción de los dispersores naturales (tucanes, trogones y roedores) y a los esfuerzos de restauración de Eduardo y sus colaboradores. Parte de los trabajos en el ACP están dedicados a la restauración ecológica, a través del monitoreo de la regeneración natural de especies nativas y la reforestación en zonas degradadas. Un manchal de hermosos helechos arbóreos y un centenario árbol de nogal, que escapó a las sierras de los madereros, son algunos de los atractivos que el bosque de Churumazú ofrece a sus visitantes. Pronto, espera recibir turistas en dos cabañas acondicionadas para tal fin, mientras confía que los visitantes para efectuar caminatas por su bosque superen los dos centenares para el 2019.

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El Bosque de Churumazú adquiere relevancia al ubicarse muy cerca de la ciudad de Oxapampa, una zona sujeta a la presión de la expansión urbana y donde las áreas con cobertura vegetal serán vitales en el futuro. Su importancia en la generación de servicios ecosistémicos se hace evidente al caminar a la sombra de los árboles y comprobar el buen estado de los cinco manantiales de agua pura que nacen en la montaña y que corren cristalinos hacia los afluentes al ser filtrados y purificados por el suelo. El bosque brinda otros beneficios, como la conservación del hábitat de polinizadores críticos de la zona –abejas nativas (meliponas, trigonas y tetragoniscas), polillas, murciélagos, colibríes y otros–, el mantenimiento de la belleza paisajística del valle, las posibilidades para brindar recreación y educación ambiental, y muchos, muchos más.

Contacto

Eduardo Jackson, ACP El Bosque de Churumazú

Chontabamba, Oxapampa

T. 994 606534