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Nuestro primer viaje del año

Nuestro primer viaje del año

Recorrer el Perú de la mano de personas que lo están conservando.
Siempre nos gustó esa idea y empezar a hacerlo se ha convertido en parte de nuestra vida. Viajar, salir de nuestras casas, disponernos a conocer el país y a contribuir con nuestro granito de arena es con lo que hemos empezado el año.

Salir de Lima a las cinco de la mañana. Atravesar la ciudad y dejar atrás los distritos más poblados. Iniciar una larga ruta por la Panamericana Norte y luego por la Marginal de la Selva. Empezar en el desierto, con sus incontables dunas de arena que terminan en el mar; llegar hasta los bosques secos de algarrobos de la cuenca del Marañón y luego subir el paso montañoso más bajo de la Cordillera de los Andes en el Perú es solo el inicio de un recorrido que continuó por las alturas de Bagua hasta llegar al tranquilo poblado de Cocachimba en la provincia de Bongará a pocos kilómetros de Chachapoyas.

Llegamos un par de días antes del año nuevo. Sergio Abugattás, un buen amigo, nos recibió con los brazos abiertos y nos invitó a poner nuestras carpas y pasar un par de noches en su casa con una vista espectacular a la catarata de Gocta. El 31 hicimos una caminata hasta la catarata, nos bañamos en sus aguas y empezamos a conectarnos con lo que sería un viaje lleno de magia por Amazonas.

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Gente increíble se unió a la travesía. Cada uno con una forma distinta de ver el mundo y de entender la vida. Cada uno nos dio enseñanzas que fuimos aplicando en el viaje. El primero de enero, muy temprano y después de una linda celebración de año nuevo, partimos hacia el poblado de Cuispes donde en lo alto se encuentra Yumbilla, denominada “la madre de las cataratas” por sus 896 metros de altura. Nos recibió Jarvik en La Posada de Cuispes, un pequeño y acogedor espacio en el que se pueden pasar días enteros relajados en las hamacas o con la chimena encendida. Jarvik forma parte del comité de turismo que promueve Yumbilla y nos acompañó en la caminata que nos llevaría hasta la catarata. El camino es sencillo, la mayor parte es plano así que no hay que preocuparse por las subidas cansadoras. Durante ese recorrido éramos cerca de diez personas y claro, Blu y Ramón, eternos compañeros de cuatro patas que van con nosotros a todos los viajes que podamos llevarlos.

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Blu

Ramón en ese momento estaba herido. La noche que llegamos a Cocachimba había cometido un error infantil y un bullterrier amigo se molestó tanto que le mordió la oreja. Pensamos que la pelea fue por el amor de Chi. En todo caso, Ramón estuvo con puntos todo el viaje y sus periplos con un cono para proteger sus heridas son parte de otra historia que ya vendrá.

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Ramón

Lo divertido fue que su cono se convirtió en parte del viaje y, lleno de alegría por estar en el bosque, no paró de correr y rompió tres de ellos en pocos días. En Yumbilla aún no lo tenía. Después de cerca de una hora de caminata llegamos a Yumbilla, nos empapamos con el agua y la ayuda del viento y empezamos el recorrido de regreso, no sin antes parar en el mirador, contemplar Cuispes y sus alrededores, comer un sabroso mamey y seguir la ruta hacia nuevos destinos.

Esto recién comienza…