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Los Chilchos

Los Chilchos

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“Acá eres dueño de tu libertad. Patrón de ti mismo”, nos dice Ernesto Briones, uno de los más activos comuneros de Los Chilchos, la comunidad que protege el Área de Conservación más grande del Perú, cuando le preguntamos qué es lo que le gusta más de vivir ahí. “El secreto de la larga vida es vivir al natural”, complementó.

La ficha técnica

Personas de Contacto:

Lenin Castro

Teléfonos:

986122968

Ubicación:

Amazonas

Extensión:

46, 000.00 ha

Norma:

R.M. Nº 320-2012-MINAM, Fecha de Publicacion 23.11.12

Vigencia:

15 años

Objetos de
Conservación:

La conservación de los bosques de neblina, los pajonales presentes en la zona y los pasajes típicos de las yungas peruanas, así como ríos, lagunas y sitios arqueológicos pre incas.

Ernesto Briones tiene la mano huesuda, voz ronca y aguda, y una versión algo canosa del bigote de Charles Chaplin. Avanza entre los árboles metiendo machete para abrir paso y cada corte hace salpicar el rocío que reposa en las hojas por la lluvia que cayó en la noche anterior. En el valle de Los Chilchos llueve mucho pero el 2015 ha sido demasiado abusivo. Las lluvias se han detenido un poco recién en julio, cuando lo normal es en abril o mayo. Si cae demasiada lluvia, los cultivos no rinden y caminar las más de diez horas desde Leymebamba hasta Los Chilchos, se hace un suplicio de barro que se te mete hasta en las orejas. Un atrevido recorrido por las alturas de San Martín y Amazonas no apto para cualquiera. Solo para los que tengan ansias de (des) conectar y conocer el Perú más allá de las rutas convencionales.

Briones tiene 64 años y ha vivido toda su vida en Los Chilchos pero su familia, como la del 90% de la población que reside en este alejado rincón del Perú, llegó de Cajamarca. Mira la cima de las montañas, y dice, con un orgullo avergonzado, que ha explorado casi todo Amazonas en su faceta de cazador y comer carne de oso fue parte de su dieta regular. Pero ha cambiado. En la actualidad es uno de los impulsores de la conservación en su comunidad y uno de los promotores para lograr el reconocimiento de Área de Conservación Privada (ACP). “Me arrepiento por lo que hice, pero estamos a tiempo. Quiero que mis nietos puedan ver todo lo que he conocido y descubierto”, dice Briones mientras chaccha su coca y mira a cuatro gallitos de las rocas bailar a las afueras de la cueva de los huacharos, una maravilla llena de cientos de estas aves y miles de estalactitas, que según don Ernesto no la conoce más de cincuenta personas.

Una mañana soleada, Ernesto Briones llevaba a un grupo de turistas hacia Río Blanco, seis horas más allá de Los Chilchos. De pronto llegó a una catarata y en ella una veintena de monos chapoteaba en las aguas. Reconoció tres especies distintas, posiblemente el mono choro de cola amarilla, el maquisapa y el aullador, que abundan en estos bosques. Además, en la zona ha encontrado decenas de restos Chachapoyas y está seguro que hay mucho más. Tan solo decir que dentro de las 46 mil hectáreas del ACP, está la Laguna de los Cóndores, donde se encontraron más de doscientas momias de la cultura Chachapoyas en su descubrimiento en 1997.

Los Chilchos es un valle con gente muy amable y hospitalaria. Se enteran que llegas y preparan el recibimiento, con aguardiente, truchas y gallinas criollas. Una caminata de doce o trece horas, dependiendo del paso, es agradecida y reconocida por los más de quinientos pobladores. Al lado del río del mismo nombre se pueden encontrar cedros y caobas de diez o veinte metros, ejemplares cada vez más difíciles de ver. Los árboles frutales están sueltos por todos lados y son salvadores en medio de las caminatas. Guayabas, limones, coconas, alimentos que hacen agua las bocas.

La caminata para llegar es muy exigente. Se inicia del poblado de Palmira en Leymebamba y se sube una pendiente de piedras que te lleva hasta un pajonal frío y misterioso, que le dicen la cordillera. Piedras negras van apareciendo en medio del camino y de pastos secos. Gélidos vientos te enfrían la cabeza y el pecho. La neblina va y viene, turnándose con el sol. Como en una escena del Señor de los Anillos. Lo recomendable es ir con burros y mulas para llevar la carga y socorrerte cuando no puedas seguir caminando. Pero no se preocupe, los guías le darán todas las indicaciones para que tenga una gran experiencia y no quiera dar la media vuelta en medio del camino.

Ernesto Briones quiere morir en Los Chilchos. “Acá no hay contaminación, no te tienes que preocupar por comer, comida hay en todos lados. No hay carros, tan solo unos monos, venados, osos y huanganas que pueden pasar cerca de las casas”, dice Briones con una sonrisa sincera. Atrévete a conocer esta zona del país, donde encontrarás un lugar prístino, al que poca gente ha llegado y sigue guardando impresionantes joyas de la naturaleza y de a historia del Perú.

  • Visítanos

    La ruta no es para cualquiera. Primero tiene que llegar a la comunidad de Leymebamba, a un poco más de dos horas de la ciudad de Chachapoyas. Luego empieza una caminata de al menos 12 horas hacia la comunidad de Los Chilchos. Pasará por pajonal, bosque nublado, queuñales y se topará con coloridas aves e insectos.

    Para llegar a Leymebamba tiene varias opciones. Si viene de Lima puede tomar un bus hasta Chachapoyas (24 horas), y luego tomar un colectivo que lo deja en dos horas y media. La otra opción es que tome un avión hasta Chiclayo o Tarapoto y luego vaya hasta Chachapoyas (entre 8 y 10 horas) para encaminarse después hacia Leymebamba.

    Si viene desde Cajamarca, tome la carretera que sale de Celendín hasta Leymebamba. Son aproximadamente 7 horas de camino con una hermosa vista y caminos sinuosos.

     

  • Ayúdanos a Conservar

    La comunidad produce café gracias al apoyo de la ONG Ucumari, que les ayuda con la distribución final. Sin embargo, si están interesados en también ayudarlos con la venta de sus granos, no dude en comunicarse con ellos.

    Necesitan especialistas en turismo que les ayuden armando paquetes y rutas para viajeros. También gente que les quieran ayudar en la difusión del área.