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Milpuj – La Heredad

Milpuj – La Heredad

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Milpuj es una palabra quechua que significa tragadero. Lo bautizaron así por una quebrada mágica que secó una laguna en las alturas. A mil ochocientos metros sobre el nivel del mar, suceden cosas increíbles. Ahí viven Dora Arce viuda de Heredia (Lola) y Perico (Pedro), su hijo, pioneros en conservación voluntaria en el departamento de Amazonas, con quienes toda conversación te deja una lección.

Se dice que en medio del valle de Utcubamba, a unos kilómetros de Kuelap, hay un duende que descansa dentro de un ficus. La leyenda cuenta que este ser verde y de baja estatura podría hacerle daño a cualquiera tan solo con la mirada. Es por eso, que a partir de las seis de la tarde, nadie del pueblo se atreve a cruzar frente a este robusto árbol también llamado higuerón. Cuando te dicen que estás en Milpuj, el solo nombre te evoca fantasía. Podría ser algún pueblo de una crónica de Narnia, pero no, esto es un rincón del Perú en donde la fantasía se fortalece todos los días.

La ficha técnica

Personas de Contacto:

María Arce
Pedro Heredia

Teléfonos:

991929218 / 945609804 / RPM: #965910778

Correo:

peherediarce@gmail.com

Clic aquí para enviar correo

Ubicación:

Amazonas

Extensión:

16,67 ha

Norma:

R.M. Nº 164-2011-MINAM del 27.07.2011

Vigencia:

10 años

Objetos de
Conservación:

Conservar y restaurar las áreas degradadas de los bosques y matorrales secos de la cuenca media del río Utcubamba.

Perico sujeta una gallina con mucho cuidado pero con firmeza para que no se escape. Lola desenvuelve lentamente un preparado medicinal de hojas de ‘suelda con suelda’ que venda una de las patas. Tres perros bonachones observan este momento con interés. Esta planta, que solo crece en climas cálidos, es muy útil para reducir desde las inflamaciones externas o esguinces hasta problemas con la anemia. Como si fuera magia, soltaron al ave y esta ya no tenía herida.

En lo que ellos dicen un día normal, miles de abejas luchan por entrar en diecisiete cajones llenos de miel. Dos pavos miran de lejos a las gallinas como chismeando entre ellos. Colibríes llegan en busca de algo para picar. Lola mira a través de su ventana y se recuerda que asentarse en este lugar y cuidar su flora y fauna ha sido una de las mejores decisiones de su vida. En el 2000 decidió instalarse en Milpuj. Había enviudado y tenía ese terreno heredado de sus padres. Después de doce años no quiere regresar a la ciudad. Allá lo tiene todo. Come lo que siembra, duerme temprano y no tiene a nadie tocándole el claxon.

Han tratado de no romper con el paisaje y camuflarse en medio de la vegetación. Todo lo que han construido ha sido básicamente con piedra. Las casas parecen hechas de caramelo y galleta. No tienen luz, solo un grupo electrógeno que evitan encender. La televisión no existe en un lugar donde sobra el color. Solo hay libros para seguir incentivando a la imaginación. Han levantado, además de su casa, cuatro cuartos para las visitas. Perico es como un mago. Pone piedras pequeñas sobre piedras grandes y sale una casa. Crea un sistema a base de ron de quemar y aguardiente y saca agua caliente de una ducha en un lugar donde no hay energía eléctrica. Todo aquí te sorprende. Hace unos años llegaron unos investigadores del Jardín Botánico de Edimburgo. Iban caminando y, como salida de un sombrero de mago, vieron una flor. Esta lo poseyó. Soltaron sus cámaras y corrieron tras ella. Estaban en frente de una especie pocas veces vista: una esenbeckia weberbariana, nombre en honor al científico alemán Weberbauer. Algo que para Lola y Perico era totalmente nuevo.

Más de veinte mil árboles de tara crecen en cinco hectáreas de este valle. Lola y Perico plantaron muchos de ellos y son los responsables de cuidarlos para evitar que desaparezcan. Cuando Lola llegó a Amazonas, esta madera era utilizada solo como leña. Ahora los pobladores se han dado cuenta de las virtudes y fortaleza de este árbol. Lo que ha hecho que el precio en el mercado suba y más gente quiera talarlos. De costar menos de veinte centavos de dólar por kilo, ahora puede llegar a valer un dólar con treinta. Es por ello que estos amantes de la naturaleza los protegen con un trabajo responsable que ha sido recompensado. Este predio fue reconocido como Área de Conservación Privada (ACP) y la intención de esta madre e hijo es convertirlo en un refugio, en donde plantas y animales puedan convivir sin temor a dejar de existir. Les han otorgado diez años. Una vez que pase ese tiempo, solicitarán la denominación de por vida. Quieren quedarse ahí para siempre, con o sin duende.

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A pesar de que parecen vivir en una tierra mágica, todo esto es real. Y nos demuestra que no se necesita tener poderes mágicos para vivir como uno quiere y como el mundo necesita.

En memoria de Doña Lola Arce de Heredia

Esta crónica está dedicada a quien fuera una de las primeras personas que conocimos en Conservamos por Naturaleza. La historia de Doña Lola y de su ACP Milpuj-La Heredad, el refugio que construyó junto a su hijo ‘Perico’, fue fuente de inspiración y la confirmación de que la conservación voluntaria es el mejor legado que podemos dejar a la vida. Agradecemos de corazón a Lola por el legado y marcarnos la ruta.

 

  • Visítanos

    Están ubicados a una hora y media de la ciudad de Chachapoyas en pleno corredor turístico del Valle del Utcubamba. No hay número en la puerta ni un gran portón para recibirlo. Sí hay una pequeña reja escondida entre los arbustos que lo transportará a este mágico mundo de Milpuj.

    La forma más directa y fácil de ir es en avión vía Chiclayo y luego tomar un bus a Chachapoyas. El tramo Chiclayo - Chachapoyas es de aproximadamente  nueve horas. Una vez ahí, a una cuadra del mercado encontrará buses, colectivos y taxis que se dirigen hacia Leymebamba. Los costos, dependiendo de la forma en que quiera viajar, variarán entre S/.8  y S/.100.

    Referencias: si decide ir en bus, dígale al conductor que se baja en la casa de Perico. Todos lo conocen. Si va en taxi, puede pedir que lo lleven cinco minutos pasando el pueblo de Nogalcucho. Pregunte por Milpuj y le darán la referencia exacta.

  • Ayúdanos a Conservar

    Lola y Perico reciben a todos en su casa con su sonrisa y una tasa de té. "Estaremos encantados de recibirlos y mostrarles nuestro bosque en donde tenemos un jardín botánico, un apiario, un vivero, parte del Camino Inca que nos conduce a Chachapoyas y un cálido albergue que nos ayuda para la sostenibilidad del área", nos cuenta Lola.

    Siempre podemos ayudarlos con nuestra visita. Estar unos días junto a ellos, lo ayudará a usted a desconectarse de la cotidiano y darse cuenta que existen otras formas de vivir. Pueden visitarlos hasta diez personas a la vez que se instalarían en las cuatro lindas habitaciones de piedra que ellos poco a poco han construido.

    Además, también van a desarrollar un proyecto de reforestación en el que planean crear padrinos para sus tierras. Póngase en contacto con ellos y sumemos más buenas ideas para este bello rincón de Chachapoyas.